5.4.05

Innovando con el cliente en mente

Es habitual desarrollar nuevos productos y servicios sin tener en cuenta al cliente. Es una situación en la que la inventiva no sólo se emplea para concebir algo nuevo o mejor, sino que también se emplea para dar forma a los dos pilares de ésta: los clientes y la tecnología. El proceso consiste en dirigir la inventiva en tres direcciones: la propia idea, el cliente al que va dirigida la idea, y la tecnología que lo hará posible.

El uso de la inventiva es necesario para incubar la idea, los clientes de ésta y la tecnología a emplear. Pero en cuanto se empiecen a tener claros estos elementos, hay que asegurar su validez, es decir, hay que asegurar que el cliente es real, no un cliente imaginario que se ha elaborado para justificar la validez de la idea. Con la tecnología a emplear ocurre otro tanto, hay que ser realistas en cuanto a las posibilidades de las tecnologías existentes, o las que habrá que desarrollar.

Si no se hace lo anterior los esfuerzos se dirigirán hacia un producto o servicio, que puede no tener interés para nadie, o que no es realizable en parte o en su totalidad.
Las hipótesis que se barajan en cuanto a los clientes y la tecnología hay que confirmarlas, es un proceso en el que hay que realizar estudios para ir afinando las hipótesis hasta que éstas se ajustan a la realidad. Esto puede acarrear modificaciones de la propia idea inicial, pero esto es parte del proceso. Un proceso que conlleva conocer a los clientes y avanzar tecnológicamente.

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