29.6.05

Interacción hombre-maquina

En el post anterior comentaba que los formatos propietarios atan a los usuarios a un determinado software.

La otra atadura importante que existe es la de la interacción con el sistema que se usa. Cuando se trabaja con un determinado software (en realidad, con cualquier cosa), se adoptan rutinas que facilitan el trabajo. Lo facilitan sobre todo por el hecho de ser mecánicas, ya que esto evita el tener que pensar en ellas cuando se hacen, lo que permite concentrarse en otras cosas que interesan más.

Cuando se cambia de software, si éste no soporta las rutinas que se venían usando, hay que pasar por un periodo de acomodación, consistente en cambiar y asimilar nuevas rutinas. Este periodo es desagradable, uno se puede sentir torpe y tiene la sensación de que su productividad se ha visto mermada (en realidad lo ha sido, al menos hasta que se asimilen las nuevas rutinas).

Cuando se desarrolla una interfaz hombre-máquina hay que tener en cuenta dos cosas:
  • Las rutinas que ya emplea el usuario. Si se tienen que cambiar cosas, cuanto más se respeten sus rutinas o más fácil le resulte cambiarlas menos probabilidad de rechazo a los cambios, menor periodo de adaptación, menos merma en la productividad, menos errores al principio.
  • No hay que suponer que se conoce al usuario, porque en realidad no se le conoce.