Software libre y formatos libres
Ricardo Galli plantea si todo el software debería ser libre. He dejado mi opinión en uno de los comentarios (el 8), pero aquí voy a extenderme un poco más.
Ya comenté en otro post lo necesario que es fomentar el uso de formatos libres por parte de las administraciones en sus relaciones con los ciudadanos. Formatos libres hay, y si no los hubiese, creo que debería ser obligatorio desarrollarlos y ofrecer herramientas que estuviesen a disposición de los ciudadanos para poder trabajar con ellos. Si una administración pública se decanta por un formato propietario, que obliga a emplear una herramienta que no esté al alcance de todos los ciudadanos, a quien únicamente se favorece es al que posee el control de ese formato, y al mismo tiempo se perjudica a los ciudadanos que no tienen acceso a él.
Los ciudadanos deben tener la libertad para elegir con qué herramientas quieren trabajar, y debe haber herramientas para esto que estén al alcance de todos. Y desde luego habiendo formatos libres no es de recibo que una administración se decante por una solución que exige usar un determinado software, que escape al control de la propia administración y del resto de los ciudadanos. ¿Qué pasaría si un gobierno construyese una carretera con el dinero de todos, pero en esa carretera sólo se pudiese circular con los vehículos de una determinada marca? ¿Absurdo verdad?, pues con el software ocurre.
Y en todo esto no he hecho referencia a software libre o a software no libre. El uso de formatos libres está al alcance de ambos tipos de software. En el caso del software libre, si no hay herramientas libres la administración debería proporcionarlas. Y en el caso del software propietario, por la cuenta que les trae, seguro que sus desarrolladores se encargarán de que soporte esos formatos.
Aquí puede parecer que se está proponiendo algo que perjudica a las empresas que se dedican al desarrollo de software. Pero hay que tener en cuenta que el interés general debe prevalecer sobre el privado, y que la administración publica sólo se ocuparía de proporcionar las funciones básicas que permitan a los ciudadanos trabajar con la administración. Las empresas de software no libre, podría añadir muchas más cosas a estas herramientas: diseño, soporte adicional, más funcionalidades, integración con el último gadget del mercado, ... etc. Aquí de lo único que se trata es de facilitar las relaciones con la administración, ponerlas al alcance de todos, y hay margen para que quien quiera desarrollar y utilizar una herramienta no libre pueda hacerlo.
En el uso de formatos libres hay otra cuestión muy importante que tiene que ver con el control de la información. Si se emplea un formato no libre, la única forma de acceder a él, es emplear las herramientas de quien pueda manipular ese formato. Si no se tiene el control del formato se pierde el control sobre la información. Una información que es nuestra. ¿Qué pasaría si la administración pública emplease para todos sus documentos, en vez del español una nueva lengua, inventada por una empresa, y tuviésemos que adquirir a esa empresa las herramientas para poder entender los documentos de la administración. ¿Absurdo verdad?, pues con el software ocurre.
Esto nos lleva al tema de las herramientas software. Estas herramientas son las que manipulan la información, sin estas herramientas la información no son más que ceros y unos en un soporte. ¿De qué forma deberían estar estas herramientas al alcance de todos para evitar que perdamos el control de nuestra información? ¿Cómo se puede garantizar que vamos a poder recuperar la información sin depender de una empresa u otra organización? Es decir, se trata de evitar que alguien tenga el control de esa herramienta, y por tanto pueda impedir en algún momento el acceso a la información. La respuesta creo que es el software libre. El software libre se puede usar sin restricciones, se puede distribuir (en los términos que establezca la licencia de software libre, lo que en muchos casos significa que sus derivados seguirán siendo libres), se puede estudiar y modificar, y si se quiere se puede cobrar por él. Y cualquiera puede ejercer esos derechos. Quizás la modificación sólo esté al alcance de los programadores, pero nada impide que alguien se la encarge a otro, y ése la haga de forma altruista o a cambio de una remuneración.
De nuevo nada impide que se haga negocio con el software libre, hay empresas que lo hacen. Aunque su negocio no se basa en la venta de software, se basa en el soporte de éste, la personalización, etc.
Con el software propietario siempre se corre el peligro de no poder acceder a la información en un futuro, porque llega un momento en el que a los fabricantes de software no les interesa alargar el soporte de sus productos, lo que les interesa es sacar nuevos productos, ya que su modelo de negocio se basa en vender software, para ello deben sacar nuevas versiones y vender nuevas licencias. Sin embargo hay algo que deberían tener en cuenta estos fabricantes de software, cada vez es más difícil hacer que todos los usuarios migren sus herramientas con cada nueva versión. El coste es alto y los usuarios no reciben mucho a cambio, a muchos de estos usuarios les resulta suficiente con la funcionalidad y las prestaciones de las versiones anteriores. Es un modelo de negocio que los fabricantes de software fuerzan a base de dejar sin soporte a los usuarios de las versiones anteriores. Si este software fuese libre, la empresa podría dejar de dar soporte, pero siempre existiría la posibilidad de que alguien mantuviese el soporte para ese software. Se estaría dando a sus usuarios la posibilidad de seguir empleando esa herramienta.
Un apunte que va un poco más allá. Con el tiempo cualquier usuario necesitará o querrá cambiar de herramientas. De nuevo aquí es importante el uso de formatos y software libres, y no sólo para trabajar con la administración, si no se emplean, se estará renunciando a la posibilidad de poder migrar en un futuro a las herramientas que uno quiera. Tan sólo se podrá migrar a aquellas que nos proporcione quien controle el formato y el software, eso siempre que decida seguir soportándolos, porque si no lo hace, nuestra información no será accesible.
El hardware pasa, el software pasa, y si no queremos que a nuestra información le ocurra lo mismo, hay que apostar por los formatos libres y el software libre. Se puede evitar que la información pase porque tiene un carácter distinto al de las cosas materiales (el software es también información), y como tal se puede hacer que sobreviva a los cambios en las tecnologías, a los formatos y al propio software, pero para esto es importante que sean libres, que no estén bajo el control de alguien que limite estas posibilidades.
En la actual sociedad de la información, hay que tener en cuenta dos cosas importantes:
Ya comenté en otro post lo necesario que es fomentar el uso de formatos libres por parte de las administraciones en sus relaciones con los ciudadanos. Formatos libres hay, y si no los hubiese, creo que debería ser obligatorio desarrollarlos y ofrecer herramientas que estuviesen a disposición de los ciudadanos para poder trabajar con ellos. Si una administración pública se decanta por un formato propietario, que obliga a emplear una herramienta que no esté al alcance de todos los ciudadanos, a quien únicamente se favorece es al que posee el control de ese formato, y al mismo tiempo se perjudica a los ciudadanos que no tienen acceso a él.
Los ciudadanos deben tener la libertad para elegir con qué herramientas quieren trabajar, y debe haber herramientas para esto que estén al alcance de todos. Y desde luego habiendo formatos libres no es de recibo que una administración se decante por una solución que exige usar un determinado software, que escape al control de la propia administración y del resto de los ciudadanos. ¿Qué pasaría si un gobierno construyese una carretera con el dinero de todos, pero en esa carretera sólo se pudiese circular con los vehículos de una determinada marca? ¿Absurdo verdad?, pues con el software ocurre.
Y en todo esto no he hecho referencia a software libre o a software no libre. El uso de formatos libres está al alcance de ambos tipos de software. En el caso del software libre, si no hay herramientas libres la administración debería proporcionarlas. Y en el caso del software propietario, por la cuenta que les trae, seguro que sus desarrolladores se encargarán de que soporte esos formatos.
Aquí puede parecer que se está proponiendo algo que perjudica a las empresas que se dedican al desarrollo de software. Pero hay que tener en cuenta que el interés general debe prevalecer sobre el privado, y que la administración publica sólo se ocuparía de proporcionar las funciones básicas que permitan a los ciudadanos trabajar con la administración. Las empresas de software no libre, podría añadir muchas más cosas a estas herramientas: diseño, soporte adicional, más funcionalidades, integración con el último gadget del mercado, ... etc. Aquí de lo único que se trata es de facilitar las relaciones con la administración, ponerlas al alcance de todos, y hay margen para que quien quiera desarrollar y utilizar una herramienta no libre pueda hacerlo.
En el uso de formatos libres hay otra cuestión muy importante que tiene que ver con el control de la información. Si se emplea un formato no libre, la única forma de acceder a él, es emplear las herramientas de quien pueda manipular ese formato. Si no se tiene el control del formato se pierde el control sobre la información. Una información que es nuestra. ¿Qué pasaría si la administración pública emplease para todos sus documentos, en vez del español una nueva lengua, inventada por una empresa, y tuviésemos que adquirir a esa empresa las herramientas para poder entender los documentos de la administración. ¿Absurdo verdad?, pues con el software ocurre.
Esto nos lleva al tema de las herramientas software. Estas herramientas son las que manipulan la información, sin estas herramientas la información no son más que ceros y unos en un soporte. ¿De qué forma deberían estar estas herramientas al alcance de todos para evitar que perdamos el control de nuestra información? ¿Cómo se puede garantizar que vamos a poder recuperar la información sin depender de una empresa u otra organización? Es decir, se trata de evitar que alguien tenga el control de esa herramienta, y por tanto pueda impedir en algún momento el acceso a la información. La respuesta creo que es el software libre. El software libre se puede usar sin restricciones, se puede distribuir (en los términos que establezca la licencia de software libre, lo que en muchos casos significa que sus derivados seguirán siendo libres), se puede estudiar y modificar, y si se quiere se puede cobrar por él. Y cualquiera puede ejercer esos derechos. Quizás la modificación sólo esté al alcance de los programadores, pero nada impide que alguien se la encarge a otro, y ése la haga de forma altruista o a cambio de una remuneración.
De nuevo nada impide que se haga negocio con el software libre, hay empresas que lo hacen. Aunque su negocio no se basa en la venta de software, se basa en el soporte de éste, la personalización, etc.
Con el software propietario siempre se corre el peligro de no poder acceder a la información en un futuro, porque llega un momento en el que a los fabricantes de software no les interesa alargar el soporte de sus productos, lo que les interesa es sacar nuevos productos, ya que su modelo de negocio se basa en vender software, para ello deben sacar nuevas versiones y vender nuevas licencias. Sin embargo hay algo que deberían tener en cuenta estos fabricantes de software, cada vez es más difícil hacer que todos los usuarios migren sus herramientas con cada nueva versión. El coste es alto y los usuarios no reciben mucho a cambio, a muchos de estos usuarios les resulta suficiente con la funcionalidad y las prestaciones de las versiones anteriores. Es un modelo de negocio que los fabricantes de software fuerzan a base de dejar sin soporte a los usuarios de las versiones anteriores. Si este software fuese libre, la empresa podría dejar de dar soporte, pero siempre existiría la posibilidad de que alguien mantuviese el soporte para ese software. Se estaría dando a sus usuarios la posibilidad de seguir empleando esa herramienta.
Un apunte que va un poco más allá. Con el tiempo cualquier usuario necesitará o querrá cambiar de herramientas. De nuevo aquí es importante el uso de formatos y software libres, y no sólo para trabajar con la administración, si no se emplean, se estará renunciando a la posibilidad de poder migrar en un futuro a las herramientas que uno quiera. Tan sólo se podrá migrar a aquellas que nos proporcione quien controle el formato y el software, eso siempre que decida seguir soportándolos, porque si no lo hace, nuestra información no será accesible.
El hardware pasa, el software pasa, y si no queremos que a nuestra información le ocurra lo mismo, hay que apostar por los formatos libres y el software libre. Se puede evitar que la información pase porque tiene un carácter distinto al de las cosas materiales (el software es también información), y como tal se puede hacer que sobreviva a los cambios en las tecnologías, a los formatos y al propio software, pero para esto es importante que sean libres, que no estén bajo el control de alguien que limite estas posibilidades.
En la actual sociedad de la información, hay que tener en cuenta dos cosas importantes:
- En manos de quién está el control para acceder a toda la información que se genera.
- Para promover la sociedad de la información, es fundamental facilitar el acceso de todos. Imponer restricciones a este acceso es hacer lo contrario.
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